Notas sobre artículos y libros relacionados con la investigación histórica a través de los periódicos y de los medios de comunicación de masas. Notas sobre conceptos teóricos de propaganda, opinión pública, historia y periodismo. Se centra en la época de la II República. El correo electrónico para ponerse en contacto conmigo es galohs@gmail.com

jueves, 11 de junio de 2009

M.McLuhan. La Galaxia Gutemberg


Marshall McLUHAN La Galaxia Gutemberg.
Obras maestras del Pensamiento Contemporáneo . Col. de Bolsillo. Planeta- Agostini , nº 20
Barcelona , 1985.


INTRODUCCION (III - VII)
En los años sesenta, Herbert Marshall McLuhan se convirtió en uno de los teóricos de la comunicación más célebres del mundo, debido tanto a la originalidad de su tesis -que tiene su punto de partida con la publicación en 1962 de La Galaxia Gutemberg: La creación del hombre tipográfico (The Gutemberg Galaxy: The Making of Typographic Man)-, como al carácter entre profético y apocalíptico de las mismas, que se expresaba de forma contundente al detectar la inexorable desaparición del libro, y por extensión de la escritura, como fundamento de cultura.
Este carácter apocalíptico, por no decir agorero, provocó encontradas reacciones entre la fauna tipográfica occidental. McLuhan fue tildado a menudo de charlatán por una intelectualidad a la defensiva, que llegó a interpretar paranoicamente lo que pretendía ser un análisis, nada melancólico, por cierto, de un fenómeno cultural de tanta magnitud como el de los modernos medios de comunicación de masas. Conviene decirlo con prontitud: McLuhan fue despreciado por ciertos intelectuales -lo que quiere decir que no fue leído-, o , como mal menor, fue leído de mala gana por otros sectores de "hombres tipográficos", que tenían bastante que perder si se confirmaba el diagnóstico mcluhiano. Era necesario para muchos, pues, la negación pura y simple de una prognosis que les despojaba de sus señas de identidad, como era conveniente para otros la apresurada lectura de unas páginas -las de La galaxia Gutemrg, las de El medio es el mensaje (The medium is the Message, 1967), las de Guerra y paz en la aldea global (War and Peace in the Global Village, 1968)- que auguraban sin reparon el fin de su mandarinato.
Lo paradójico del caso, por lo que hace a estas reacciones adversas a las tesis mcluhianas, era que el pretendido ataque a la letra impresa no provenía de las filas de los modernos tecnócratas, ni tampoco de las privilegiadas trincheras -ni que sea epistemológicamente hablando- de los hombres de ciencia. Al contrario. El fin de la "galaxia Gutemberg" venía proclamado por un "humanista", por un profesor canadiense especializado en literatura inglesa, cuya tesis doctoral había versado sobre los poetas isabelinos, por un "hombre tipográfico", en fin, que anunciaba su propia "muerte".
Más allá de esta controvertida celebridad, las tesis de McLuhan presentan un indudable interés, máxime cuando años después de su publicación han demostrado la veracidad de sus prognosis, al menos parcial y provisionalmente. Sólo por esto vale la pena leer seriamente La Galaxia Gutemberg, que está reputado por muchos críticos como el mejor de los libros de McLuhan.
El punto de partida de este autor se basa en una concepción del desarrollo tecnológico como "medio" que procura una extensión de corporalidad, que establece una real prolongación de los sentidos. Desde las invenciones de la rueda y la escritura hasta el advenimiento de la electricidad y la televisión, los seres humanos han creado unos modos de "sentir" la realidad que han ido siempre aparejados con resultado del desarrollo tecnológico ha conllevado inseparablemente una nueva forma de ver el mundo.
Antes de la invención de la escritura, por ejemplo, la civilización sostiene McLuhan, era predominantemente auditiva, "oral", e involucraba a todos los sentidos en una especie de inmersión en el mundo. Era una civilización basada en la interdependencia, en la pluralidad de puntos de vista auspiciada por un pensamiento que se desenvolvía en lo metafórico y en lo paradójico.
Con el advenimiento de la escritura se rompió esta pluralidad, esta interdependencia de todos los sentidos. La escritura, al interiorizarse, fomentó paulatinamente la preponderancia de un único sentido, el visual, y al hacerlo así creó una nueva manera de "sentir la realidad". La mente humana se transformó: el tiempo y el espacio pasaron a concebirse como lineales; el pensamiento abandonó su lado mágico para hacerse lógico, discursivo; el argumento predominó sobre la metáfora. El predominio de lo visual, en detrimento de los otros sentidos, creó por doquier unidades homologadas, un universo lineal y desmenuzado, encapsulado en categorías analíticas, unilateral. "El sentido visual extendido a partir del alfabetismo fonético (creó) las costumbre analítica de captar un solo aspecto de la vida de las formas."
La invención de la imprenta por Gutenberg, en el siglo XV, significó el inicio de la máxima potenciación de este modo de sentir lineal. Dio comienzo así a la era mecánica, a este conjunto prodigioso de realizaciones culturales que abarca tanto la filosofía como el arte representativo, tanto la cadena de montaje como la ideología que ha generado, tanto las estructuras jerárquicas de las empresas y de los partidos políticos como una estética lineal que se ha expresado, por ejemplo, en "las rayas de las medias de nylon". Es la "galaxia Gutenberg", cuyo protagonista ha sido el "hombre tipográfico", una especie que hoy toca a su fin.
El hombre tipográfico es, en la caracterización de McLuhan, el hombre especializado, que registra su experiencia vital a partir del predominio del sentido visual. A través, por tanto, de una función, la lectura, y mediante un objeto, el libro. La galaxia Gutenberg pivota sobre un medio, la imprenta, que hoy se bate en retroceso, según McLuhan, ante la irrupción de otros medios como la televisión. De ahí la decadencia del hombre tipográfico.
Para McLuhan, los cambios en la forma de ver el mundo que se derivan de un medio no atañen al contenido de experiencia que es capaz de transmitir este medio, sino al medio en sí. Dicho con brevedad y con el aforismo más célebre de McLuhan y que sintetiza su pensamiento, "el medio es el mensaje".
Esto quiere decir que si, hipotéticamente, la imprenta se hubiera implantado en la civilización china al mismo tiempo que en Europa, los resultados hubieran sido en China idénticos a los que se han producido en la civilización occidental: creación de un pensamiento lineal, sentido de la homogeneidad, lógica, argumentación, predominio del sentido visual, es decir, un idéntico modo de "sentir la realidad".
Que el medio es el mensaje aparece rotundamente claro, según el profesor canadiense, con el advenimiento de la electricidad, pues éste es un medio absolutamente falto de contenido. Junto con esta característica, la electricidad se distingue además, con respecto a otros medios que han surgido a lo largo de la historia, porque supone, no ya la prolongación de un sentido, sino del entero sistema nervioso central del hombre("la técnica eléctrica extiende el proceso instantáneo del conocimiento por medio del nexo entre sus componentes, análogo al que es propio desde hace tiempo de nuestro sistema nervioso central...").
La actual época electrónica constituye el fin de la era mecánica, el desplazamiento definitivo de la galaxia Gutenberg. Característico de esta época electrónica es el predominio de la información y de los medios "fríos". Por lo que hace al primer aspecto, McLuhan asegura que "si la electricidad es la fuente de energía y de sincronización, todos los aspectos de la producción, del consumo y de la organización se tornan accidentales respecto a la comunicación". Por lo que toca al segundu aspecto característico de nuestra época, es preciso resaltar la peculiar distinción que McLuhan efectúa entre medios "fríos" y medios "calientes".
El medio caliente (hot medium) es aquel que extiende un solo sentido. Se distingue, además, por su "definición alta" (high definition), lo que quiere decir que produce mensajes lineales y claros, datos e informaciones precisos. A este rango de los medios calientes pertenecen la escritura, la imprenta, el arte representativo, es decir, los medios característicos de la galaxia Gutenberg.
El medio frío (cool medium), por el contrario, es el que extiende todos los sentidos. Su "definición baja" (low definition) caracteriza a sus mensajes, que se dan más como proceso que como producto acabado, y de forma simultánea y plural antes que lineal. El medio frío por excelencia de la actual época electrónica es la televisión, que produce un espíritu antitético al del alfabetismo. "Los jóvenes que han visto televisión durante un decenio -afirma McLuhan- han absorbido automáticamente de ella una tendencia a la implicación profunda que hace que todos los objetivos lejanos, visualizados por la cultura dominante, les parezcan no sólo irreales, sino insignificantes, y no sólo insignificantes sino anémicos..."
Así, contrariamente al distanciamiento y a la potenciación de una conciencia individual que produce el libro -medio caliente-, la televisión -medio frío- implica a todos los sentidos en una especie de simultaneidad que tiene algo de alucinatorio y que presenta siempre intersticios, configuraciones escasamente definidad: "la imagen televisiva es, visualmente, pobre en datos. No es un fotograma inmóvil. No es siquiera una fotografía, sino un perfil en formación continua de cosas pintadas con un pincel electrónico. La imagen televisiva ofrece al espectador cerca de tres millones de puntitos por segundo, pero aquél acepta sólo unas docenas cada vez y con éstas construye una imagen...".
En el último tramo de las teorizaciones de Herbert Marshall McLuhan aparece la idea de una interdependencia creada por la técnica el´ctrica, en tanto que extensión del sistema nervioso central del hombre. Los medios fríos, la televisión, han roto ya el universo lineal característico de la galaxia Gutenberg y están creando las condiciones para una suerte de "retribalizaci;on", es decir, para la reconstitución de un medio global semajante al de la aldea primitiva. De ser cierta esta tesis, la humanidad se estaría encaminando hacia un estadio de civilización que McLuhan caracteriza con la imagen de una "aldea global" (global village). En esa aldea primitiva y altamente sofisticada, el libro sería probablemente venerado como delicada pieza de museo, y el hombre tipográfico, caso de ser recordado, lo sería, a buen seguro, bajo la condición de ser poco menos que un fósil.

Marshall McLuhan.Guerra y Paz en la aldea global.
Obras maestras del Pensamiento contemporáneo. Planeta Agostini . nº 45 .
Barcelona, 1985.
INTRODUCCION (III - XIII)
Después de dar a conocer La galaxia Gutenberg y Los medios de comunicación, H.M. McLuhan prosiguió su carrera de investigador y teórico de la comunicación guardando una absoluta fidelidad a las premisas que había desarrollado en aquellas obras. Pero el fin del "hombre tipográfico" que en las mismas se auguró planteaba una compleja cuestión: ¿cómo seguir escribiendo libros, cuando éstos, desde la perspectiva mcluhiana, que habían convertido ya en instrumentos poco menos que inútiles en la nueva era electrónica? ¿Cómo acogerse a las formas clásicas del razonamiento discursivo, una vez se había declarado que éste, en virtud de su pertenencia a una cultura predominantemente visual, no podía dar cuenta del universo envolvente y orgánico creado por las nuevas tecnologías del medio eléctrico?
La respuesta que McLuhan dió a estos interrogantes que él mismo había formulado es deliberadamente ambigua. Por un lado, se trataba de seguir escribiendo libros, porque la nueva cultura integral de la era electrónica, que no depende en modo alguno de las palabras, todavía no ha desplazado de forma absoluta a la vieja cultura mecánica y alfabética; por otro lado, había que rechazar la racionalidad gutenbergiana, compuesta de categorías analíticas y unilaterales, características de un medio, la imprenta, ya desfasado, a pesar de su vigencia.
Estas tensiones contrapuestas dieron por resultado obras como El medio es el mensaje y Guerra y paz en la aldea global -esta última editada en colaboración con Quentín Fiore y Jerome Agel. Característico de las mismas es que pretenden ser un "antilibro", valiéndose de dos procedimientos: la profusa utilización de imágenes que acompañan al texto y la configuración de un discurso que elude el encadenamiento lógico del lenguaje escrito, mediante el aforismo y la yuxtaposición de datos aparentemente no razonados e inconexos.
McLuhan intentó, de esta manera, resolver la contradicción que él veía en el uso de un medio "caliente", el libro, para explicar las condiciones del desenvolvimiento de los medios "fríos" (la televisión y el ordenador electrónico, sobre todo). pero fue arduamente criticado por esto.
Y es que los años sesenta -época en que McLuhan adquirió clebridad internacional con sus teorías- eran muchos todavías los intelectuales "apocalípticos" -para utilizar la expresión que consagró Umberto Eco- con respecto a los medios de comunicación. Enormemente suspicaz y recelosa, esta intelectualidad que se había apoyado desde siempre en la literatura y la filosofía, no veía con buenos ojos un medio como la televisión que, se decía, entontecía a las masas, impidiéndoles la recta comprensión de unas condiciones sociales opresoras.
En la actualidad, las voces apocalípticas han disminuido tanto en favor de las "integradas" -término que Eco contraponía a "apocalíptico"-, que los antaño intelectuales críticos de los medios de comunicación social han terminado exaltándolos, dando así razón a la tesis mcluhiana que sostiene que, puesto que estos medios crean un ambiente total y englobador, oponerse a ellos es tan inútil como oponerse a la existencia de aire en la atmósfera.
Pero aquí importa retener, de momento, las razones de la crítica, antes aludida, que se hizo a la composición de un libro -o un antilibro- como Guerra y paz en la aldea global, puesto que algunas de ellas son de peso y siguen teniendo importancia. La crítica del ya citado Umberto Eco en "El cogito interruptus", uno de los ensayos que integran la obra Apocalípticos e integrados ante la cultura de masas, define con claridad los perfiles de un debate todavía abierto.
Decía Eco en aquella ocasión, aunque refiriéndose a El medio es el mensaje, una obra homóloga a Guerra y paz en la aldea global en cuanto a su composición: "Si somos testigos de la llegada de una nueva dimensión del pensamiento y de la vida física, o ésta es total y radical -y ya ha vencido-, y en tal caso no se pueden escribir libros para demostrar la llegada de algo que ha hecho inútiles todos los libros; o el problema de nuestra época es integrar las nuevas dimensiones del intelecto y de la sensibilidad en aquellas que predominan aún en todas nuestras formas de comunicación...y, en tal caso, la misión de la crítica (que escribe libros) es ayudar a esta mediación, es decir, traducir la situación de globalidad envolvente en términos de una racionalidad gutenbergiana, especializada y lineal".
McLuhan, no hace falta repetirlo, lleva a cabo esta mediación de una manera muy peculiar, como ya se ha advertido. Pero, no obstante, su intento no escapa del todo a los términos de esa racionalidad gutenbergiana. O, por decirlo en su propia terminología, el medio acaba por imponer su mensaje, esto es,el libro termina por encerrar el discurso de McLuhan dentro de su propia lógica racional.
La cuestión no es, por supuesto, baladí, puesto que no atañe siempre a "formas", sino también a "contenidos";no, por mejor decir, es que las formas engloban ya los contenidos, y la mediación mcluhiana consistente en escribir libros -o antilibros, pero libros al cabo- a fin de traducir la situación de globalidad envolvente a que se refería Eco concluye en una implícita defensa del libro, en una apología de la variedad de formas que aún puede albergar, ni que sea para autoliquidarse como medio.
Por las razones apuntadas, aquí se propone una lectura pecualiar de Guerra y paz en la aldea global; una lectura que, sin la apoyatura gráfica de la edición original, permita contemplar el texto mcluhiano en toda su integral y envolvente y orgánica desnudez; una lectura que posibilite, en fin, desentrañar lo artificioso y lo auténtico del discurso mcluhiano. Un discurso en el que, como el lector observará, se funden la cualidad visionaria con la charlatanería, las intuiciones fulgurantes con las generalizaciones inconsistentes, la consideración crítica de los nuevos medios con la miopía respecto a las condiciones sociales donde se insertan.
El texto de Guerra y paz en la aldea global, sin su revestimiento gráfico, mostrará también al lector la capacidad literaria de McLuhan, su astucia retórica, el hecho de que se trata de un autor trabajado por la escritura (fue, entre otras cosas, especialista en la poesía inglesa del siglo XVI); y pondrá de manifiesto, a buen seguro, el estilo aforístico, el enorme talento de sentencioso de McLuhan, sus donde gutenbergianos.
¿De qué trata Guerra y paz en la aldea global?: de la retribalización de las sociedad occidentales, de su orientalización, o si se quiere, por qué no, de su africanización, en virtud de las nuevas tecnologías derivadas del medio eléctrico. La civilización ha sido hasta ahora producto de la alfabetización fonética, pero, a medida que ésta "va disolviéndose con la revolución electrónica, volvemos a descubrir una conciencia tribal e íntegra que se manifiesta por una mutación completa en nuestras vidas sensoriales". Como es sabido, McLuhan sostiene que todos los adelantos de la técnica constituyen sendas prolongaciones del cuerpo humano; así, la palanca es una prolongación del brazo, como la rueda lo es del pie. Pero desde el advenimiento de la electricidad ha ocurrido algo enteramente nuevo y distinto desde el punto de vista tecnológico: y es que el medio eléctrico ya no es tan sólo una prolongación de un órgano de nuestro cuerpo, sino nada menos que de nuestro sistema nervioso central. Esto aparece con claridad al considerar las potencialidades del ordenador electrónico, "el más extraordinario de todos los vestidos tecnológicos que el hombre jamás ha ideado". Una de las prognosis que McLuhan formula en este libro, escrito en 1968, es -y al lector le toca comprobar si es cierta o no- la de que "ninguna de las metas que se fija actualmente la empresa mercantil del siglo XX podrá sobrevivir al impacto del ordenador ni diez años siquiera".
Otras prognosis se refieren a medio y largo plazo. Por ejemplo, la de que el ordenador, por su enorme poder descentralizador, eliminará los grandes centros de población: o la de que revolucionará las perspectivas y los objetivos del mundo de los negocios, hasta el punto de transformar los objetos de metal en "géneros blandos" y los bienes de capital en información.
Hasta el momento, nadie ha hablado -dice McLuhan- de la verdadera función del ordenador. "El denso medio de información creado por el ordenador" está oculto por una serie de actividades que se estiman pertinentes para el nuevo medio y que, en cambio, están anticuadas. "El verdadero uso del ordenador no es para reducir personal ni gastos, ni para acelerar o facilitar nada de lo que está en marcha. Su verdadera función consiste en programas y orquestas de modo armónico medios y energías terrestres y galácticas. Durante siglos, la falta de simetría y proporción en todas estas zonas ha creada una especie de estado espasmódicos universal por falta de interrelación entre ellas."
Pero, ¿qué significa programar el medio? "Significa ante todo -afirma McLuhan- una especie de cuadro de control para que los termostatos globales modelen toda la vida sensorial en forma conducente al confort y la felicidad."
Esta modificación sensorial ya ha empezado. Los artistas fueron los primeros en advertirlo en las primeras décadas del presente siglo. Por ejemplo, en su concepción del espacio. Este, debido a los efectos sensoriales derivados del alfabeto fonético, se precibía, en la era mecánica, como uniforme, continuo y conexo. En el medio eléctrico contemporáneo tal percepción se ha transformado; la pintura actual evidencia cómo el espacio es contemplado ahora de forma acontinua e inconexa, sin profundidad ni perspectiva. Los cambios en nuestra vida sensorial están intrínsecamente ligados a las creaciones tecnológicas de un nuevo medio. En la era del ordenador electrónico, se ha quebrado el monopolio del sentido visual, en beneficio del tacto, el gusto y el oído, antaño postergados por la cultura mecánica de la era gutenbergiana. Uno de los agentes de este cambio de sensibilidad ha sido, y es, la televisión.
El ambiente eléctrico, pues, con sus nuevas tecnologías ha producido una radical transformación de nuestra vida sensorial, al generar una extremada y profunda tactilidad, consecuencia de "una red de penetrante energía que se adentra sin cesar en nuestro sistema nervioso". El predominio de lo audio-táctil en detrimento de lo visual establece un campo global de interrelación semejante al de las aldeas primitivas, aún existentes en el llamado tercer mundo. De ahí que el medio eléctrico haya convertido el planeta en una gigantesca aldea global. "Hoy en día -afirma McLuhan- la electrónica y la automatización obligan a que todo el mundo se adapte al vasto medio ambiente global como si fuese su pequeña ciudad natal".
Guerra y paz en la aldea global trata de muchos otros temas, además de los hasta aquí apuntados. Algunos de ellos, los más importantes, se repiten a lo largo del libro deliberadamente, porque McLuhan considera que las estructuras repetitivas y hasta redundantes son características de las sociedad tribales. Tambiés es característico del medio global tribalizado la yuxtaposición vertiginosa de los temas, técnica que recuerda al lenguaje televisivo. Así, en Guerra y paz en la aldea global el lector encontrará referencias -a veces, meras alusiones- a la moda, la biónica, el simbolismo, el paro, el jazz y otros géneros musicales como el blues y el rock, la droga, la decadencia de los literatos, la crisis de las formas (mecánicas) de poder, la guerra, la enseñanza, el marxismo, el fenómeno del "retrovisorismo", la situación de los jóvenes, el juego, el dolor y otras muchas más.
Igualmente, es de destacar el uso de aforismos, como ya se ha observado. He aquí algunos ejemplos, entresacados a bote pronto:
-"Todas las nuevas tecnologías provocan la tristeza cultural"
-"El dolor es todo un sentido, además de los cinco acostumbrados"
-"Los medios creados tecnológicamente son tan simbólicos como pudiera serlo cualquier metáfora."
-"La televisión tiene los atributos de un medio natural."
-"El cine es tan ambiental como un libro de cuentos, pero es una ciudad fantasma"
-"La tactilidad es el sentido integral, el que pone en relación con todos los demás"
-"El medio eléctrico constituye por sí solo un viaje interior, colectivamente, sin acudir a las drogas"
-"El ordenador electrónico es el LSD del mundo de los negocios"
Los aforismos, junto con la yuxtaposición temática no discursiva, la repetición y la alusión configuran una exposición deliberadamente incompleta, intersticial, que obligan al lector a una profunda participación, al igual que ocurre con los medios de comunicación social contemporáneos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguidores